viernes, 27 de marzo de 2015

El cese de Jesús Cintora y la mordaza nacional.



Las redes echan humo con el cese de Jesús Cintora, el conductor de Las mañanas de Cuatro, una tertulia televisiva en la que se oían las voces de Podemos, de Sor Lucia Caram o de Miguel Ángel Revilla, personajes sin pelos en la lengua que llamaban a las cosas por su nombre, aunque también hubiese tertulianos favorables al PP y al establishment. Mas el poder no quiere pluralismo ni equilibrios. El PP, que se enfrenta a unas campañas electorales muy duras, en las que sabe que sale como caballo perdedor, no está dispuesto a dejar que haya medios que puedan contar la realidad del país.

Quieren propaganda y no información, y así lo están imponiendo. En El País la purga se inició hace muchos meses. De la última se sabía ayer mismo: a Carlos Cué, responsable de la información del PP, e incómodo periodista preguntón en las ruedas de prensa posteriores al Consejo de Ministros, le envían a Argentina para poner en su puesto a alguien complaciente y que agrade a la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, amiga de Cebrián y disponedora en El País desde que consiguió que la banca no apretase al moroso diario de Prisa.

A las tertulias de la mañana de La Sexta, ‘Al rojo vivo’, dirigidas y presentadas por Antonio García Ferreras, posiblemente le quede poco tiempo, a pesar de que hace ya meses que los tertulianos que acuden son en su mayoría de derechas, o en todo caso nada problemáticos para el establishment. Hace meses que decidieron que Pablo Iglesias no sería invitado a ese programa, y las intervenciones de militantes de ese partido son cada día más escasas, para, sin duda, complacer al PP, representado en esas tertulias por el impresentable Francisco Marhuenda, y una serie de colaboradores que, disfrazados de progresistas, en realidad representan al liberalismo económico, como el economista Carlos Díez, al que basta oírle con atención para ver qué intereses defiende. Díez, un mediocre economista, autor de un librito sobre la crisis, se permitió decir en esa tertulia que al profesor Vicenç Navarro, uno de los autores del estudio económico de Podemos, base de su programa económico junto con Juan Torres López, no le conocía nadie, pese al prestigio internacional del profesor Navarro. A partir de entonces, fueron muchos idiotas los que repitieron la malintencionada mentira de Díez, que ni se molestaron en acudir a la Wikipedia, en la que hubiesen conocido la importancia internacional del economista catalán.

Otro programa de información política, El Objetivo, dirigido por Ana Pastor, parece no estar en riesgo. La mujer de Ferreras se ganó la seguridad mediática con su entrevista a Pablo Iglesias, al que trató como jamás hubiera osado hacerlo con un político del PP, del PSOE o con el mismísimo Mahmud Ahmadineyad, al que entrevistó cuando trabajaba para TVE, y al que trató con mucha más cortesía que la que empleó para entrevistar al líder de Podemos, en la que demostró que claramente ‘iba a por él’
Sin estridencias, y sin previo aviso, La Sexta anuncia un programa del cocinero Pedro Chicote en substitución de los de Jordi Évole. Es muy posible que El Intermedio del Gran Wyoming sufra parecido destino. El PP está decidido a que todas las cadenas televisivas sean un calco de la infumable TVE, convertida en un trasunto de Tele Madrid, Castilla-La Mancha TV o la extinta Canal9, conocida en el País Valencià como “Canal NO-DO” por su descarada propaganda del PPCV.
El problema de Cintora no ha sido únicamente el PP, dicen que Paolo Vasile, mandamás de Mediasset había advertido a Jesús Cintora que no debía ‘involucrarse en la información’. Además, la cadena propiedad de Berlusconi había recibido llamadas de atención del Gobierno y del PP porque en Las Mañanas de Cuatro su director mostraba posturas “cercanas a Podemos”. Y, obviamente, un periodista debe mostrar descaradamente posturas cercanas al PP y ese profesional tendrá su puesto de trabajo asegurado, pero si muestra simpatía por Podemos su futuro será el cese, como ha sucedido hoy con Cintora.
El cese del director de Las mañanas de Cuatro es una anécdota más de la mordaza periodística que lleva el PP imponiendo desde que llegó al poder. Un partido que no es democrático no puede tolerar la libre expresión, ni que los medios den información positiva de otras formaciones que no sean la suya. Las redes reaccionan al cese de Cintora escandalizadas, y la gente se echa las manos a la cabeza, sin saber que esas prácticas llevan años llevándolas a cabo en las autonomías donde gobiernan.
Lo hizo Cospedal en Castilla-La Mancha en cuanto ganó las elecciones, y lo lleva haciendo años en el País Valenciá, no solo en la televisión pública sino en los periódicos escritos. Esta bloguera es una víctima de esa situación desde 2009. Despedida y vetada, nunca más pude trabajar. Mas como no salía en televisión, sino que escribía en un periódico, mi caso no se conoce más allá de lo que puedan contar los amigos, ni recibí nunca la solidaridad de las redes sociales. Como tampoco la recibieron José Soto u Oscar Albaladejo Claramunt, periodistas, como otros varios, represaliados por el ‘régimen’ valenciano, cuya historia, la mía y la de ellos, no es conocida como la de Cintora, aunque sea exactamente igual.
Del mismo modo que el Gobierno pone la mordaza a la ciudadanía a través de una ignominiosa ley de orden público como la aprobada ayer, que vulnera derechos constitucionales, el Ejecutivo impone la mordaza a los profesionales de la información que pretendemos cumplir con la obligación de informar porque únicamente desean pregoneros de sus falsos logros.
Se acercan las elecciones y el PP impone, con impunidad, la mordaza a los medios de comunicación, a los periodistas que no babosean con ellos y están en la tarea de impedírnoslo también a los blogueros. Ya lo están haciendo con publicaciones digitales, no hay nada más que ver cómo, por ejemplo, eldiario.es dio hace meses un giro, y pasó a ignorar o criticar acerbamente a Podemos, como viene haciendo otro digital, este al servicio del PSOE, El Plural.es.
Y es que para el PP, y el sistema, el enemigo a abatir no es el PSOE, que es la otra cara del PP para el establishment, que no pondrá en riesgo los privilegios de los bancos,  las grandes empresas, la secta católica o los millonarios de las Sicav. Tampoco lo es Ciudadanos, que es la marca blanca del PP. El enemigo es el pueblo, ese pueblo que carga ya con cerca de trece mil muertes por la crisis, entre suicidios, fallecimientos por pobreza energética o muertos de hepatitis C por falta de medicación. A esa gente hay que impedir que llegue la realidad de lo que sucede y que existe un partido, como Podemos, que puede cambiar un régimen de injusticias y abusos.
Por eso el PP ha impuesto el cese de Cintora o de Carlos Cué, o de cualquier periodista, entre los que me encuentro, incómodo para él, que pueda abrir los ojos a los ciudadanos -que quiere súbditos desinformados-, y explicar cuanto pasa.



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